martes, 19 de enero de 2016

Ya no volverás, aunque regreses.

Poco sabes de mis penas
ni de las veces que me lavo con alcohol las venas,
y remas,
remas hacia la orilla de la selva del silencio,
donde todo se traga en frío,
y me río,
aunque llore por dentro,
y te digo que prefiero el sexo duro a un amor de pastel,
un desnudo contigo a un traje de Cacharel,
beber vino en tu ombligo a un buen champán francés,
y sonríes,
sonríes y cambia el sentido de la rotación de la Tierra,
tierra entre mis uñas
de desgarrar el suelo
cuando no siento tus manos
abajo,
más abajo de mis caderas,
entre mis piernas.
Y tiemblo,
tiemblo intentando caminar entre tanta realidad,
muero,
sístole y diástole dicen que su trabajo es superfluo,
y no me extraña,
me hice ilusiones y no quise dejar nada en el plato...
Aquí me quedo esperando una señal
o un balazo,
que todo lo que el tiempo no cura
lo cicatriza la indiferencia.