era la hora de tirar del hilo fino que unía
las partes de mi coraza para comprobar
si estaba lista para salir a la calle con el corazón desnudo,
a contracorriente y con el aire a tu favor.
Colgué en el armario el traje de tristeza
y caminé hasta tu encuentro,
o hasta que tú me encontraste a mí...
Tus manos en mis ojos, sonrisa en mi cara,
me abrazas y que le den lluvia al tiempo,
mi carmín esparcido por tu cuello y perderme
en la geografía de tu cuerpo.
La niña de ojos tristes
sonríe
bajo tus abrazos subversivos
y tu aroma en mi pituitaria,
aunque ha tenido durante un tiempo
los párpados cerrados
no está muerta, late.
Lo bueno de las balas es que igual que entran,
salen.
no he vuelto a pasar por aquel puerto marítimo
donde me encontraste por primera vez,
hasta los pequeños barcos llevan sus banderas a
media asta,
como vivir a medias,
vivir semiviviendo,
como tus manos a media luz entre mis piernas
sin medias.
(Ilustración de Paula Bonet)
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